Muchos son los asesores españoles
que participan en el proceso revolucionario venezolano: reputados profesores de
derecho constitucional, politólogos o miembros de la banda terrorista ETA. Más
allá de la mera motivación pecuniaria -a la que no renuncian- está la de
utilizar al país sudamericano como campo de pruebas de teorías políticas,
sociales, jurídicas o filosóficas de tendencia más o menos marxista. Han
contribuido pues a desarrollar ese ideario conocido como "Socialismo del
s. XXI", que no es más que una presunta actualización y adaptación -en
ocasiones absurda dado el cúmulo de conceptos antagónicos o la improvisación
teórica en su desarrollo- del socialismo trasnochado y desdeñado por las
democracias europeas. Estos asesores son herederos intelectuales del espíritu
revolucionario que imbuyó la España de los años treinta del pasado siglo y de
los sucesivos gobiernos "frentepopulistas" nacidos de la convulsión
republicana. Son herederos en consecuencia del fracaso de la sectaria
"república de nuevo tipo" consagrada por la Internacional Comunista
o "Komintern" que ahora
pretenden establecer en Venezuela. También, participan de aquel ímpetu izquierdista surgido
de la oposición al régimen franquista y de la posterior transición política a
la democracia que pretendía la implementación de modelos sociales o económicos
inconcebibles en la Europa moderna a la que España debía integrarse poco tiempo
después. Los militantes de la izquierda que se expresaron más pragmáticos -o
quizá más sensatos- abandonaron ideas radicales y buscaron acomodo en las
teorías socialdemócratas burguesas más del ámbito nórdico. Sin embargo, la
extrema izquierda ha logrado sobrevivir gracias a su afiliación a movimientos
nacionalistas o antisistema, manteniendo impertérrita su capacidad de influencia
ideológica sobre parte de la sociedad española y el ámbito universitario. Es de
éste último de donde proviene la mayoría de miembros de ese consejo asesor
-excepto aquellos procedentes de la banda terrorista ETA- que apoya al gobierno
bolivarianista venezolano. Son en su mayoría teóricos filocomunistas frustrados
por la inadecuación del medio español a sus ideas, en contínua búsqueda de espacios de mayor ductilidad y
que en un primer momento establecieron su base
geoideológica en la Cuba castrista, siendo atraídos más recientemente
por el proyecto revolucionario del fallecido Hugo Chávez pues las características
del país caribeño lo conviertían en objeto de atención de este tipo de
doctrinas: gran acumulación de recursos naturales, situación estratégica, larga
tradición democrática y capitalista, etc.
Esencialmente las críticas hacia
éstos no parten de discrepancias doctrinales -aunque existen- sino de la
posición ventajista que les concede el hecho de vivir integrados en una
sociedad capitalista acomodada que choca frontalmente con los modelos sociales
y económicos preconizados en los que el sujeto de su ejecución sufre la
restricción de libertades -por profundamente totalitarios- o la agudización de
su pobreza endémica -por la incapacidad de los gestores-, con la pretensión ridícula
de no ser arrostrados frente a sus contradicciones morales. Además,
aprovechando la mutua ignorancia, distorsionan bidireccionalmente la imagen de
los contextos, mostrando una falsa precariedad del mundo capitalista del que
disfrutan o una inverosímil prosperidad de un país que se halla en el abismo
político y económico. Y lo peor, facturan sus trabajos a un estado que carece
de servicios públicos que se puedan definir como dignos, convirtiéndose así en
mercenarios de visera y manguito.